Nicotina

¿Cómo afecta el tabaco al cerebro?

Los cigarrillos y otras formas de tabaco, incluidos los cigarros o puros, el tabaco de pipa, el tabaco en polvo o rapé («snuff«) y el tabaco de mascar, contienen nicotina. La nicotina es una droga adictiva que se absorbe fácilmente en la corriente sanguínea al mascar, inhalar o fumar un producto de tabaco. Un fumador típico inhala 10 veces en el lapso de 5 minutos que el cigarrillo está encendido. De tal manera, una persona que fuma 1.5 cajetillas (30 cigarrillos) por día, recibe 300 inhalaciones de nicotina diarias.

Una vez en la corriente sanguínea, la nicotina inmediatamente estimula las glándulas suprarrenales las que liberan la hormona adrenalina. La adrenalina estimula el sistema nervioso central y aumenta la presión arterial, la respiración y la frecuencia cardiaca.

Al igual que la cocaína, la heroína y la marihuana, la nicotina aumenta los niveles de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que afecta las vías de gratificación y placer del cerebro. En el caso de muchos de los consumidores de tabaco, los cambios a largo plazo en el cerebro inducidos por la exposición crónica a la nicotina resultan en la adicción. Los estudios sugieren que el humo de tabaco contiene compuestos adicionales como el acetaldehído que pueden aumentar los efectos de la nicotina sobre el cerebro.

¿Qué otros efectos adversos a la salud tiene el tabaco?

Alrededor de la tercera parte de todos los tipos de cáncer, incluyendo el 90 por ciento de los cánceres de pulmón, se deben al hábito de fumar cigarrillos. El tabaco sin humo (como el tabaco de mascar y el tabaco en polvo) también aumenta el riesgo de cáncer, especialmente el cáncer oral. Además del cáncer, el tabaquismo causa enfermedades de los pulmones tales como la bronquitis crónica y el enfisema. Asimismo, aumenta el riesgo de enfermedades cardiacas, incluyendo los ataques al cerebro o al corazón, enfermedades vasculares y aneurisma. También se ha encontrado una conexión entre el fumar tabaco y la leucemia, las cataratas y la neumonía (pulmonía). En promedio, los adultos que fuman mueren 14 años antes que los que no fuman.

La nicotina causa adicción y puede ser tóxica si se ingiere en dosis altas pero no causa cáncer; son otras sustancias químicas las que son responsables de la mayoría de las consecuencias graves para la salud que conlleva el consumo de tabaco. El humo del tabaco es una mezcla compleja de sustancias químicas como el monóxido de carbono, el alquitrán, el formaldehído, el cianuro y el amoniaco, muchas de las cuales son carcinógenos conocidos. El monóxido de carbono aumenta la probabilidad de enfermedades cardiovasculares. El alquitrán expone al usuario a un mayor riesgo de cáncer de pulmón, enfisema y trastornos bronquiales.

Las mujeres que fuman cigarrillos durante el embarazo corren mayor riesgo de sufrir un aborto espontáneo o de que sus bebés nazcan muertos, prematuros o con bajo peso. El tabaquismo durante el embarazo también podría estar asociado con problemas de aprendizaje y de conducta en los niños. Fumar más de una cajetilla de cigarrillos por día durante el embarazo prácticamente duplica el riesgo de que el niño afectado se vuelva adicto al tabaco si algún día comienza a fumar.

Mientras que a menudo se consideran las consecuencias médicas que resultan del uso directo de los productos del tabaco, es importante tener en cuenta que la inhalación pasiva del humo también aumenta el riesgo de desarrollar muchas enfermedades. La inhalación pasiva del humo, conocida también como humo de tabaco en el ambiente, ocurre cuando se inhala el humo que exhala el fumador o el humo que despide la punta encendida de los productos del tabaco.

Las personas que no fuman pero están expuestas a la inhalación pasiva del humo en la casa o en el trabajo aumentan su riesgo de desarrollar enfermedades del corazón en un 25 a 30 por ciento y cáncer de pulmón en un 20 a 30 por ciento. Además, la inhalación pasiva del humo causa problemas respiratorios en los que no fuman, tales como tos, producción excesiva de flema, reducción de la función pulmonar e infecciones respiratorias como la neumonía y bronquitis, tanto en adultos como en niños. De hecho, cada año alrededor de 150,000 a 300,000 niños menores de 18 meses de edad sufren infecciones de las vías respiratorias causadas por inhalación pasiva de humo. Los niños expuestos a la inhalación pasiva del humo también tienen un mayor riesgo del síndrome de muerte súbita del lactante, problemas del oído, y asma aguda. Además, los niños que crecen con padres que fuman tienen más probabilidades de convertirse en fumadores, exponiéndose (y exponiendo a sus futuras familias) al riesgo de desarrollar los mismos problemas de salud que sus padres cuando ellos sean adultos.

Aunque puede ser difícil dejar de fumar, los beneficios para la salud de romper con el hábito son inmediatos y sustanciales; entre ellos, la disminución del riesgo de cáncer, enfermedades del corazón y ataque al cerebro. Un hombre de 35 años de edad que deja de fumar aumenta su esperanza de vida en un promedio de 5 años.

Investigaciones actuales sobre tratamiento

Actualmente los científicos están explorando muchas otras rutas de investigación para desarrollar nuevas terapias para dejar de fumar. Una intervención prometedora en desarrollo es una vacuna contra la nicotina que induciría una fuerte respuesta inmunitaria a la nicotina en la corriente sanguínea, bloqueando su acceso al cerebro y evitando así sus efectos de refuerzo.

Información proporcionada por el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas de los Estados Unidos (NIDA)