Alcohol
El principal componente de las bebidas alcohólicas es el etanol o alcohol etílico. Los diferentes procesos de elaboración de estas bebidas determinan su concentración, teniendo las bebidas fermentadas (vino, cerveza y sidra) una graduación mucho menor que las bebidas destiladas (como el vodka, whisky, ron, ginebra,..). Estas últimas pueden llegar a tener una graduación de 40 y 50º, es decir, que el 40 al 50% de lo que se bebe es alcohol puro.
Beber en exceso, sea de forma puntual como de forma continuada, puede tener serias consecuencias sobre el organismo.
Efectos del alcohol sobre el cerebro
El alcohol interfiere sobre las vías de comunicación del cerebro y puede modificar el funcionamiento, e incluso, la morfología del cerebro. Estos cortes en la comunicación pueden cambiar el humor y el comportamiento, además de que provocan dificultades para pensar con claridad y moverse de forma coordinada. En los casos en que la concentración sanguínea del alcohol alcance o supere los 3 gramos de alcohol por litro pueden aparecer apatía y somnolencia, coma o incluso muerte por parálisis de los centros respiratorios y vasomotores.
Otros efectos adversos del alcohol
El consumo de alcohol durante los fines de semana, sobre todo entre los jóvenes, se ha convertido en un problema de salud pública. Las investigaciones desarrolladas en los últimos treinta años, han demostrado que el consumo excesivo de alcohol puede provocar graves trastornos físicos, psicológicos y del comportamiento. El riesgo de padecer estos trastornos a lo largo de la vida es mayor cuando este consumo se inicia en la adolescencia.
Los problemas derivados del abuso de alcohol pueden producirse tanto a corto como a largo plazo.
A corto plazo el abuso del alcohol puede conllevar a la intoxicación etílica, que puede provocar un coma e incluso la muerte. Además, favorece conductas de riesgo ya que el alcohol desinhibe y, además, provoca una falsa sensación de seguridad. Por ello, está relacionado con accidentes de tráfico y laborales o con prácticas sexuales de riesgo que pueden llevar a contraer enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
Los efectos a largo plazo (o crónicos) del consumo excesivo del alcohol, incluyen importantes problemas de salud, conflictos familiares y sociales. Estos efectos pueden presentarse incluso en el caso de personas que no hayan desarrollado una dependencia y, por tanto, no sean consideradas alcohólicas. Destacan los siguientes: Hipertensión arterial, alteraciones del sueño, gastritis, agresividad, úlcera gastroduodenal, depresión, cirrosis hepática, disfunciones sexuales, cardiopatía, deterioro cognitivo, encefalopatías, demencia, cáncer, psicosis
Información proporcionada por el Plan Nacional sobre Drogas